Desde el inicio de su gobierno el Presidente Juan Manuel Santos decidió darle prioridad a la modernización de nuestra infraestructura. Era necesario compensar por décadas de baja inversión para mejorar la competitividad de nuestra red de transporte. Por eso lanzamos el programa más ambicioso en la historia del país, las Autopistas de Cuarta Generación (4G), y tomamos las medidas necesarias para acelerar la ejecución de los contratos en curso.
Pero, se preguntará el lector, con la estrechez fiscal en que está el Gobierno Nacional, ¿será que vamos a cumplir, o estamos corriendo el riesgo de que se suspenda la construcción de la obras o que al ser construidas no tengamos los recursos para mantenerlas?
Las dificultades fiscales son reales. Como resultado de la caída del precio del petróleo, y el creciente costo de las pensiones, prácticamente todo el recaudo fiscal de 116 billones de pesos debe ser destinado al pago de pensiones y los sectores de defensa, educación y salud. Y es poco probable que esta situación cambie en el los próximos años.
Por eso fue necesario desarrollar una solución auto-sostenible que no pusiera en riesgo la construcción y mantenimiento de un programa que requiere inversiones superiores a los 45 billones y costos de mantenimiento del orden de 1.5 billones de pesos por año.
Los ingresos para las autopistas de 4G se sustentan en dos fuentes de ingresos: aportes de la Nación y peajes. Es necesario que la Nación aporte recursos porque el recaudo de peajes no es suficiente en la mayoría de los tramos. Sin embargo, esto debe hacerse con un esquema sostenible ante las dificultades fiscales.
Por eso decidimos hacer los aportes a largo plazo, durante un periodo de 25 años, para no presionar el déficit fiscal en el corto plazo y para que puedan ser compensados por los impuestos adicionales que serán pagados por los concesionarios, constructores y todos los beneficiarios del incremento indirecto de actividad económica.
En promedio son necesarios aportes de la Nación de 2.5 billones de pesos anuales por 25 años, que serán compensados por un valor equivalente de impuestos adicionales. Los peajes, sin embargo, son la columna vertebral del programa de Autopistas de 4G.
Hoy en día los peajes a cargo de la ANI recaudan cerca de 2 billones de pesos anuales. Esto es lo que nos ha permitido construir y mantener las dobles calzadas de proyectos tan importantes como la Ruta del Sol, Bogotá - Villeta o Bogotá - Girardot, entre otros. Y estos peajes, sumados a los que vamos a instalar en la medida que avanzan las obras de 4G, nos permitirán recaudar 3.5 billones de pesos por año hacia el año 2020.
Por lo tanto, vamos a tener 6 billones de pesos anuales, a precios del 2015, para construir y mantener la red principal de autopistas a cargo de la ANI, de los cuales aproximadamente 60% provendrán de peajes y 40% de aportes de la Nación.
Pero, ¿es un buen negocio para los usuarios pagar peaje? Afortunadamente sí. Hemos establecido los peajes de tal forma que los beneficios sean equivalentes a por lo menos el doble de los costos. El corredor de Medellín-Buenaventura es un buen ejemplo.
Hoy el viaje de una tracto-mula demora 14 horas y su costo de operación es de 2.8 millones de pesos. Con la terminación de las autopistas de 4G, el tiempo de recorrido e va a reducir de 14 a 9 horas y su costo de operación 2.8 a 2.0 millones de pesos.
Es decir, un ahorro de 800 mil pesos por viaje, como consecuencia del menor consumo de combustible y menor desgaste del vehículo. Los peajes para este tipo de vehículo van a aumentar de 250 mil a 480 mil pesos para todo el trayecto. Por lo tanto, se van a pagar 230 mil pesos más en peajes para obtener un ahorro de 800 mil. Esto significa una relación de costo-beneficio superior a 3 veces, sin incluir el beneficio del menor tiempo de recorrido y los servicios que prestan los concesionarios, como ambulancias y grúas. Definitivamente un buen negocio para el usuario.
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Neiro E. Jaime
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